En el extremo oriental de la isla de Java hay un volcán permanentemente activo, aunque no expulsa lava ni cenizas. Es el Ijen, y en su cráter conviven el cielo y el infierno. El cielo es un lago de aguas turquesas. El infierno, una peligrosa mina de azufre en combustión con su densa fumarola.
Empecemos por el principio. La base de operaciones para visitar el Ijen es la localidad de Banyuwangi, junto al estrecho que separa Java de Bali. Banyuwangi es javanesa (es decir, musulmana y altamente urbanizada), pero ya tiene un aire mochilero y relajado muy balinés. Desde ahí, se inicia la ascensión, primero en coche y luego, por una ruta senderista bastante exigente. Banyuwangi está al pie del Ijen, aunque el volcán es tan grande y está tan cargado de jungla que no hay forma de «verlo». Uno sencillamente se encuentra en él.
La subida a pie es dura, sobre todo los primeros tramos. El camino es ancho y está en buenas condiciones, pero es terriblemente escarpado. Subes y subes hasta que sientes que te estallan las piernas. La niebla suele cubrir la zona y al principio, humedad y jungla crean un efecto sofocante. A medida que asciendes, el aire se hace más fresco y las nubes, menos espesas. De vez en cuando, se abre un claro, y el esfuerzo se ve recompensado por unas vistas espectaculares de los volcanes vecinos.
Cuando llegas a la cima, de repente te encuentras en otro mundo. La selva desaparece. Tan sólo hay una árida explanada que se pierde entre brumas. Pero es una bruma distinta. Amarillenta. Agresiva. Un picor se te instala en la garganta y te hace lagrimear los ojos. Ni siquiera una mascarilla sirve de mucho. Es la chimenea de azufre, vomitando una poderosa humareda en una u otra dirección al capricho del viento.
La explanada no es otra cosa que el borde del cráter. Te acercas al abismo y los humos se aclaran. El viento los arrastra y descubres un paisaje onírico. Tras la densa columna de humo azufrado hay un enorme cráter circular lleno de agua de un color irreal. Turquesa. Tan luminoso que asusta. Opalescente como la propia piedra preciosa. No es un lago, sino una joya engarzada en la piedra del volcán. Y aún así… no solo es hermoso; también es terrible. Hay algo letal en su serena belleza. Lo piensas incluso antes de saber que las aguas son tan ácidas y tóxicas que no podrías ni meter un dedo sin quemarte.
Las brumas sulfurosas vuelven a cubrir el lago. De la niebla amarillenta surge una fila de hombres con cestos cargados sobre los hombros. Trepan por el borde del cráter y desaparecen a paso lento por el camino que acabas de subir. Son mineros, y se dedican a extraer azufre del cráter. Es una de las pocas minas del mundo donde el trabajo es completamente manual. Tres veces al día, estos hombres descienden al infierno para extraer pedazos de azufre sólido a martillazos. Cargan hasta 80kg en esos cestos, más que su propio peso. No sonríen mucho, desde luego, pero tampoco parece molestarles el humo sulfuroso tanto como a ti. Hasta se fuman algún que otro cigarrillo al borde del cráter.
Mucha gente realiza el ascenso de noche para ver el fuego azul. Se trata de un fenómeno que existe en muy pocos lugares del mundo, y que consiste en unas llamas iridiscentes que resbalan por las laderas del cráter con un tenue fulgor azul, casi espectral. Sólo es visible de noche. Tiene que ser impresionante, pero hay que madrugar tantísimo que pensamos que el sacrificio no merecía la pena. Y según nuestro guía, la jugada nos salió bien: El fuego azul no siempre se ve, y tan solo a pleno día puede apreciarse el sorprendente color turquesa del lago.
No nos atrevimos a bajar a los infiernos. Hay gente que lo hace. Descienden por el cráter hasta la orilla misma del lago, donde está la mina. Pero el camino es peligroso, pues los gases sulfurosos buscan cualquier grieta para escaparse y abren fumarolas en cualquier lugar. Así que nos quedamos con la visión celestial del volcán desde la cima. Con su cielo y su infierno.
Las fotografías son obra de la autora, tomadas en el volcán Ijen (Banyuwangi, Indonesia)
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Una idea sobre “El volcán de las nubes de azufre”
Las fotos son muy chulas, tiene mérito que las hayas hecho tu misma, como en las demás entradas del blog.